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La anemia hemolítica autoinmune (AHAI) es un trastorno hematológico en el que el sistema inmunológico produce anticuerpos que atacan y destruyen a los propios glóbulos rojos, reduciendo su vida media de forma prematura. Normalmente, un eritrocito puede vivir alrededor de 120 días, pero en la AHAI estos se destruyen en días u horas, lo que provoca anemia y todas las manifestaciones clínicas derivadas de la falta de oxígeno en los tejidos.

Mecanismo y clasificación

El proceso patológico radica en la formación de autoanticuerpos contra antígenos de la membrana eritrocitaria. Estos anticuerpos se fijan en la superficie de los glóbulos rojos y facilitan su destrucción, ya sea en el bazo (hemólisis extravascular) o dentro de los vasos sanguíneos (hemólisis intravascular).

La enfermedad puede clasificarse según el tipo de anticuerpo:

  1. AHAI por anticuerpos calientes
    • Los autoanticuerpos suelen ser de tipo IgG.
    • Se fijan mejor a los eritrocitos a temperaturas cercanas a la corporal (37 °C).
    • La destrucción ocurre principalmente en el bazo.
    • Es la forma más común en adultos.
  2. AHAI por anticuerpos fríos
    • Los autoanticuerpos son principalmente IgM.
    • Se activan a temperaturas bajas (4–30 °C).
    • Activan el complemento, lo que genera hemólisis intravascular o hepática.
    • Suele asociarse a infecciones respiratorias por Mycoplasma pneumoniae o virus de Epstein-Barr, así como a linfoproliferativos.
  3. Hemoglobinuria paroxística a frígore (síndrome de Donath-Landsteiner)
    • Es rara.
    • Se caracteriza por la presencia de anticuerpos bifásicos IgG que se activan con el frío y destruyen glóbulos rojos al calentarse después en la circulación.

Causas y asociaciones

La AHAI puede ser primaria (idiopática), sin causa aparente, o secundaria, asociada a:

  • Enfermedades autoinmunes (lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide).
  • Neoplasias hematológicas (linfomas, leucemias).
  • Infecciones virales y bacterianas.
  • Medicamentos (penicilina, metildopa, cefalosporinas).

Manifestaciones clínicas

Los síntomas dependen de la rapidez y severidad de la hemólisis:

  • Palidez marcada y fatiga.
  • Taquicardia y disnea por anemia.
  • Ictericia (piel y mucosas amarillas) por el aumento de bilirrubina indirecta.
  • Esplenomegalia, debido a la mayor actividad del bazo al destruir eritrocitos recubiertos por anticuerpos.
  • Orina oscura o color té, signo de hemólisis intravascular.
  • En casos graves, fiebre, dolor abdominal y riesgo de insuficiencia renal aguda.

Diagnóstico

Se basa en pruebas de laboratorio y hallazgos clínicos:

  • Hemograma: anemia normocítica normocrómica, a veces macrocitosis.
  • Reticulocitos: elevados por la respuesta de la médula ósea.
  • Bilirrubina indirecta: aumentada.
  • Lactato deshidrogenasa (LDH): elevada.
  • Haptoglobina: disminuida, porque se consume al unirse a la hemoglobina libre.
  • Prueba de Coombs directa: fundamental, detecta anticuerpos o complemento en la superficie de los eritrocitos.
  • Prueba de Coombs indirecta: identifica autoanticuerpos circulantes.

Tratamiento

El abordaje depende de la severidad, la velocidad de progresión y la causa subyacente.

  • Corticosteroides (prednisona): primera línea en la AHAI por anticuerpos calientes.
  • Inmunosupresores (azatioprina, ciclofosfamida, micofenolato) en pacientes refractarios.
  • Rituximab (anticuerpo monoclonal contra CD20): muy eficaz en casos resistentes.
  • Esplenectomía: puede considerarse en AHAI por anticuerpos calientes cuando no responde a fármacos, ya que el bazo es sitio principal de destrucción eritrocitaria.
  • Inmunoglobulina intravenosa: útil en crisis hemolíticas agudas.
  • Transfusiones sanguíneas: se emplean solo si es estrictamente necesario, pues la presencia de autoanticuerpos puede dificultar la compatibilidad y aumentar el riesgo de hemólisis.
  • En AHAI por anticuerpos fríos, además de evitar la exposición al frío, pueden usarse fármacos inmunosupresores y, en algunos casos, plasmaféresis.

Pronóstico

El curso clínico es variable:

  • En algunos pacientes, la enfermedad puede ser autolimitada y resolverse tras un episodio infeccioso.
  • En otros, se convierte en crónica y requiere tratamiento prolongado.
  • El pronóstico mejora notablemente con un diagnóstico precoz y tratamiento adecuado, pero en casos graves existe riesgo de anemia severa, complicaciones trombóticas o daño renal.

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