Malaria
La malaria, también conocida como paludismo, es una enfermedad infecciosa potencialmente grave causada por parásitos del género Plasmodium. Estos parásitos se transmiten a los seres humanos a través de la picadura de mosquitos hembra del género Anopheles, que actúan como vectores. Es una enfermedad especialmente frecuente en regiones tropicales y subtropicales, donde las condiciones climáticas favorecen la reproducción del mosquito.
Cinco especies de Plasmodium pueden infectar a los humanos, siendo Plasmodium falciparum y Plasmodium vivax las más comunes. P. falciparum es el más peligroso, ya que puede causar formas graves y complicaciones potencialmente mortales. P. vivax, aunque menos letal, posee la capacidad de permanecer latente en el hígado y reactivarse meses o incluso años después, provocando recaídas.
El ciclo de transmisión inicia cuando un mosquito infectado pica a una persona, introduciendo los parásitos en forma de esporozoítos. Estos viajan rápidamente al hígado, donde invaden los hepatocitos y se multiplican. Posteriormente, los parásitos pasan al torrente sanguíneo e infectan los glóbulos rojos, reproduciéndose dentro de ellos hasta destruirlos. Esta destrucción cíclica de glóbulos rojos provoca los síntomas característicos de la enfermedad.
Los síntomas habituales incluyen fiebre alta intermitente, escalofríos intensos, sudoraciones profusas, dolor de cabeza, fatiga, náuseas, vómitos y dolor muscular. La fiebre puede presentarse en patrones cíclicos de 48 o 72 horas, dependiendo de la especie infectante. En casos graves, especialmente por P. falciparum, la enfermedad puede progresar a anemia severa, insuficiencia renal, convulsiones, dificultad respiratoria o malaria cerebral, una complicación que altera el estado de conciencia y puede ser mortal.
El diagnóstico se realiza mediante frotis de sangre observados al microscopio, con los cuales se identifican los parásitos dentro de los glóbulos rojos. También existen pruebas rápidas que detectan antígenos del Plasmodium, útiles en zonas con pocos recursos. En laboratorios más especializados pueden emplearse técnicas moleculares como PCR.
El tratamiento depende de la especie de Plasmodium, la gravedad de la infección y la región donde se adquirió la enfermedad debido a la resistencia a medicamentos. Los tratamientos de primera línea suelen incluir combinaciones basadas en derivados de artemisinina, como la terapia combinada con artemeter-lumefantrina. En el caso de P. vivax y P. ovale, se utiliza primaquina para eliminar formas latentes en el hígado y evitar recaídas, siempre después de descartar deficiencia de G6PD.
La malaria grave requiere hospitalización y tratamiento intravenoso, usualmente con artesunato. El manejo también incluye soporte para complicaciones como anemia o insuficiencia orgánica.
La prevención es fundamental y combina medidas personales y estrategias de salud pública. Entre las más importantes se encuentran el uso de mosquiteros tratados con insecticida, repelentes, ropa protectora, fumigación de viviendas y drenaje de aguas estancadas. En viajeros, se recomienda la profilaxis con medicamentos según la región de destino. También existe una vacuna aprobada, RTS,S, que reduce significativamente la enfermedad en niños en áreas endémicas, aunque no sustituye otras medidas preventivas.
