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La uveítis autoinmune es una inflamación de la úvea (capa media del ojo que incluye el iris, el cuerpo ciliar y la coroides), provocada por una respuesta anómala del sistema inmunitario. A diferencia de las uveítis causadas por infecciones, en este caso las defensas del organismo atacan por error estructuras del propio ojo.

Causas y mecanismos

En la uveítis autoinmune, las células del sistema inmune reconocen como “extraños” ciertos antígenos del ojo y desencadenan inflamación. Puede presentarse:

  • Como enfermedad ocular aislada (uveítis idiopática).
  • Asociada a enfermedades autoinmunes sistémicas, como:
    • Artritis idiopática juvenil.
    • Espondilitis anquilosante.
    • Artritis psoriásica.
    • Lupus eritematoso sistémico.
    • Sarcoidosis.
    • Síndrome de Behçet.

Manifestaciones clínicas

Los síntomas varían según la localización (anterior, intermedia, posterior o panuveítis), pero suelen incluir:

  • Dolor ocular.
  • Enrojecimiento.
  • Fotofobia (molestia con la luz).
  • Visión borrosa o disminuida.
  • Presencia de “moscas volantes” (miodesopsias).
  • Lagrimeo.

Si no se trata, puede derivar en complicaciones graves como glaucoma, cataratas, edema macular y pérdida permanente de visión.

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en:

  • Exploración oftalmológica con lámpara de hendidura.
  • Pruebas de imagen (OCT, angiografía con fluoresceína).
  • Análisis de sangre y estudios inmunológicos para buscar enfermedades sistémicas.
  • Exclusión de causas infecciosas.

Tratamiento

El objetivo es controlar la inflamación y prevenir daños oculares. Las medidas más empleadas son:

  • Corticosteroides (en gotas, inyecciones perioculares o sistémicos).
  • Inmunomoduladores e inmunosupresores (metotrexato, azatioprina, micofenolato, ciclosporina).
  • Agentes biológicos (anti-TNF como adalimumab o infliximab) en casos graves o refractarios.
  • Tratamiento específico de la enfermedad autoinmune subyacente.

Pronóstico

El pronóstico depende de la causa, la rapidez en iniciar tratamiento y la adherencia al seguimiento médico. En muchos casos, con un control adecuado de la inflamación, se logra preservar la visión a largo plazo.

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