Toxoplasmosis: causas, transmisión, síntomas y tratamiento

La toxoplasmosis es una enfermedad infecciosa causada por el parásito Toxoplasma gondii, uno de los protozoos más comunes en todo el mundo. Puede infectar a la mayoría de los animales de sangre caliente, incluidos los seres humanos, pero su huésped definitivo es el gato y otros felinos, donde el parásito completa su ciclo reproductivo.
La transmisión hacia los humanos ocurre principalmente por tres vías: el consumo de carne cruda o poco cocida contaminada con quistes del parásito, la ingestión de agua o alimentos contaminados con heces de gato que contienen ooquistes, y la transmisión vertical de madre a hijo durante el embarazo si la madre adquiere la infección por primera vez en ese periodo. También es posible, aunque poco común, contagiarse por transfusiones de sangre o trasplantes de órganos.
En personas sanas con un sistema inmunitario competente, la toxoplasmosis suele ser asintomática o causar síntomas leves parecidos a los de una gripe: fiebre baja, fatiga, dolor muscular y ganglios inflamados, especialmente en el cuello. Sin embargo, en personas inmunocomprometidas (por VIH, quimioterapia o enfermedades crónicas graves) puede provocar infecciones severas en órganos vitales, como el cerebro, los ojos, los pulmones y el corazón.
Cuando la infección se presenta durante el embarazo, existe el riesgo de toxoplasmosis congénita, que puede causar abortos espontáneos, muerte fetal, malformaciones o problemas neurológicos y visuales en el recién nacido. La gravedad depende del momento de la gestación en que se produce la infección.
El diagnóstico se basa principalmente en análisis de sangre que detectan anticuerpos específicos (IgM e IgG) contra el Toxoplasma gondii. En casos graves o en personas inmunodeprimidas, pueden ser necesarias pruebas de imagen como resonancia magnética o tomografía, así como análisis del líquido cefalorraquídeo.
El tratamiento no siempre es necesario en personas sanas, ya que su sistema inmunitario controla la infección. Sin embargo, en casos graves o en pacientes de alto riesgo, se emplea una combinación de medicamentos como pirimetamina, sulfadiazina y ácido folínico. En mujeres embarazadas infectadas, el tratamiento y seguimiento deben ser cuidadosos para reducir el riesgo de transmisión al feto.
La prevención se centra en evitar el consumo de carnes crudas o mal cocidas, lavar bien frutas y verduras, practicar una buena higiene al manipular alimentos y agua, usar guantes al cambiar la arena de los gatos, y evitar que estos tengan acceso a presas como roedores o aves. Las mujeres embarazadas deben ser especialmente cuidadosas y, si es posible, realizarse pruebas para conocer si ya tienen inmunidad antes o durante la gestación.
Aunque la toxoplasmosis suele pasar inadvertida, es una infección que puede tener consecuencias graves en personas vulnerables. La educación, la higiene alimentaria y el control de los factores de riesgo son esenciales para reducir su impacto en la salud pública.