Meningitis viral: causas, síntomas, diagnóstico, tratamiento y evolución de esta infección del sistema nervioso

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La meningitis viral es una enfermedad caracterizada por la inflamación de las meninges, las membranas que protegen el cerebro y la médula espinal, y se origina por la infección de diversos virus. Es el tipo de meningitis más frecuente y, en comparación con la meningitis bacteriana, suele presentar un curso más leve y un mejor pronóstico.

Entre las principales causas se encuentran los enterovirus, responsables de la mayoría de los casos, especialmente en niños y adolescentes. Otros virus implicados incluyen el herpes simple, el virus varicela-zóster, el virus de las paperas, el sarampión y algunos virus transmitidos por mosquitos. La transmisión ocurre principalmente por contacto directo con secreciones respiratorias, heces o fluidos corporales de una persona infectada.

Los síntomas aparecen de manera aguda e incluyen fiebre, dolor de cabeza intenso y persistente, rigidez en el cuello, sensibilidad a la luz, náuseas, vómitos y sensación general de malestar. En lactantes y niños pequeños pueden presentarse signos distintos, como irritabilidad, llanto inconsolable, dificultad para alimentarse o abombamiento de la fontanela.

El diagnóstico se realiza a partir de la valoración clínica y se confirma mediante estudios de laboratorio, siendo fundamental el análisis del líquido cefalorraquídeo obtenido por punción lumbar. Este estudio permite descartar otras causas más graves, como la meningitis bacteriana, y orientar el manejo adecuado.

El tratamiento de la meningitis viral es principalmente sintomático y de apoyo, ya que en la mayoría de los casos no se requieren medicamentos antivirales específicos. Se recomienda reposo, buena hidratación y el uso de analgésicos y antipiréticos para controlar el dolor y la fiebre. Solo en situaciones particulares, como infecciones por virus del herpes, se indican antivirales.

La evolución generalmente es favorable y la mayoría de los pacientes se recupera por completo en una o dos semanas, aunque la fatiga y el dolor de cabeza pueden persistir por un tiempo mayor. Las complicaciones graves son poco frecuentes.

La prevención se basa en hábitos de higiene adecuados, como el lavado frecuente de manos, evitar el contacto cercano con personas enfermas y mantener actualizado el esquema de vacunación, especialmente contra virus como sarampión, paperas y varicela.

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