IMG_8230
Spread the love

La otitis media es una inflamación o infección del oído medio, el espacio ubicado detrás del tímpano donde se encuentran los huesecillos encargados de transmitir el sonido. Es una de las enfermedades más comunes en niños, aunque también puede presentarse en adultos. Su origen suele estar relacionado con infecciones respiratorias, alergias o disfunción de la trompa de Eustaquio.

La trompa de Eustaquio es el conducto que comunica el oído medio con la parte posterior de la nariz y la garganta. Su función es ventilar el oído y drenar las secreciones. Cuando se inflama o se obstruye, permite la acumulación de líquido y facilita el crecimiento de bacterias o virus, desencadenando la otitis.

Entre las causas más frecuentes se encuentran las infecciones virales del tracto respiratorio superior, como resfriados o gripes, que inflaman la mucosa y bloquean la trompa de Eustaquio. También contribuyen factores como alergias, cambios bruscos de presión, humo del cigarro, guarderías o el uso del biberón en posición horizontal.

Los síntomas incluyen dolor de oído, sensación de presión, disminución de la audición, fiebre, irritabilidad en niños, salida de líquido por el oído si se perfora el tímpano y, en ocasiones, vértigo o zumbidos. En adultos, el dolor suele ser más localizado, mientras que en niños puede manifestarse con llanto persistente, falta de apetito o frotarse la oreja continuamente.

Existen tres formas principales de otitis media. La otitis media aguda es de inicio súbito y suele estar causada por bacterias como Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae o Moraxella catarrhalis. La otitis media serosa o con efusión implica la presencia de líquido detrás del tímpano sin signos claros de infección aguda. La otitis media crónica se da cuando los episodios se repiten o hay salida persistente de secreción debido a perforaciones.

El diagnóstico se realiza mediante otoscopia, donde el médico observa el tímpano y puede identificar inflamación, abombamiento o presencia de líquido. En casos persistentes, pueden usarse pruebas como la timpanometría, que ayuda a evaluar la movilidad del tímpano.

El tratamiento depende de la causa y la severidad. En muchos casos leves, especialmente en niños mayores, se recomienda la observación durante 24 a 48 horas porque algunas otitis son virales y mejoran solas. Cuando se trata de infección bacteriana o síntomas intensos, se indican antibióticos como amoxicilina. También pueden usarse analgésicos para el dolor y medidas para mejorar la función de la trompa de Eustaquio, como descongestionantes en casos seleccionados.

En otitis serosas persistentes, especialmente cuando afectan el desarrollo del lenguaje o la audición de un niño, puede ser necesario colocar tubos de ventilación (diabólicos) en el tímpano para drenar el líquido. Las otitis crónicas requieren manejo especializado para evitar complicaciones como pérdida auditiva permanente, mastoiditis o problemas estructurales del oído.

La prevención incluye evitar el humo del cigarro, fomentar la lactancia materna, vacunar contra influenza y neumococo, y reducir la exposición a infecciones respiratorias. También es útil enseñar a los niños a sonarse la nariz adecuadamente y evitar el uso prolongado del chupón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *