Fiebre tifoidea

La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Salmonella enterica serotipo Typhi. Es un padecimiento que afecta principalmente al sistema digestivo, pero sus efectos se extienden a todo el organismo, provocando fiebre alta y síntomas generales que, sin tratamiento adecuado, pueden ser graves e incluso mortales.
Se transmite por la vía fecal-oral, lo que significa que la infección ocurre al consumir agua o alimentos contaminados con heces de una persona infectada. Esto sucede con mayor frecuencia en lugares donde el acceso a agua potable es limitado o el manejo higiénico de los alimentos es deficiente. También puede transmitirse de forma indirecta, por ejemplo, a través de manos sucias o utensilios contaminados.
Después de la exposición a la bacteria, el periodo de incubación suele ser de 6 a 30 días. Los síntomas típicos incluyen:
- Fiebre persistente que puede alcanzar los 39–40 °C.
- Dolor abdominal difuso.
- Dolor de cabeza.
- Pérdida de apetito y debilidad general.
- Estreñimiento o diarrea (ambos pueden presentarse en diferentes fases).
- Manchas rosadas en el tronco (erupción cutánea característica en algunos casos).
En fases más avanzadas, si la enfermedad no se trata, puede haber complicaciones como sangrado intestinal, perforación del intestino, neumonía, miocarditis o encefalitis. Estas complicaciones son potencialmente mortales y requieren atención hospitalaria urgente.
El diagnóstico se basa en la evaluación clínica, la historia de exposición y pruebas de laboratorio. El cultivo de sangre es el método más utilizado, aunque también pueden realizarse cultivos de médula ósea, heces u orina para identificar la bacteria.
El tratamiento de la fiebre tifoidea se realiza con antibióticos específicos, elegidos según la resistencia bacteriana local. Entre los más utilizados están la azitromicina, las cefalosporinas de tercera generación (como la ceftriaxona) y, en algunos casos, fluoroquinolonas. Además, es fundamental la rehidratación oral o intravenosa, el control de la fiebre y una dieta adecuada durante la recuperación.
La prevención incluye medidas como:
- Consumo de agua potable segura (hervida, filtrada o embotellada).
- Lavado frecuente de manos con agua y jabón.
- Cocinar bien los alimentos y evitar comer crudos aquellos de alto riesgo.
- Vacunación en personas que viajan a zonas donde la fiebre tifoidea es endémica.
Si se detecta y trata de forma oportuna, el pronóstico es bueno y la recuperación suele ser completa. Sin embargo, si se retrasa el tratamiento, la fiebre tifoidea puede dejar secuelas o causar la muerte en un porcentaje importante de casos, sobre todo en regiones con recursos sanitarios limitados.