SÍNDROME DE ZIKA

El síndrome de Zika es una enfermedad causada por el virus del Zika, un arbovirus del género Flavivirus, transmitido principalmente por la picadura del mosquito Aedes aegypti, aunque también puede transmitirse por vía sexual, transfusiones sanguíneas y de madre a hijo durante el embarazo. Este virus fue identificado por primera vez en Uganda en 1947 y ha provocado brotes importantes en América Latina desde 2015.
La infección por el virus del Zika suele ser leve o asintomática en la mayoría de las personas. Cuando se presentan síntomas, suelen durar de 2 a 7 días e incluyen fiebre baja, sarpullido en la piel, dolor articular, conjuntivitis, dolor de cabeza y malestar general. Sin embargo, su importancia radica en las complicaciones neurológicas y congénitas que puede causar.
Una de las complicaciones más graves es el síndrome congénito asociado al Zika, que ocurre cuando una mujer embarazada se infecta y transmite el virus al feto. Esto puede causar microcefalia (cabeza y cerebro anormalmente pequeños), daño cerebral, problemas oculares, rigidez muscular, convulsiones y retraso en el desarrollo. Estos efectos pueden manifestarse desde el nacimiento o desarrollarse posteriormente.
Además, en algunos casos, el virus del Zika se ha asociado con el desarrollo del síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca los nervios periféricos, provocando debilidad muscular e incluso parálisis.
El diagnóstico del virus de Zika se realiza mediante pruebas de laboratorio que detectan el material genético del virus (RT-PCR) o anticuerpos en sangre o en orina, especialmente durante la fase aguda de la enfermedad. Es importante diferenciarlo de otras enfermedades virales transmitidas por el mismo mosquito, como el dengue y el chikungunya, debido a la similitud de los síntomas.
Actualmente, no existe un tratamiento antiviral específico para el virus del Zika. El manejo se basa en aliviar los síntomas mediante reposo, hidratación, analgésicos como el paracetamol y evitar el uso de antiinflamatorios hasta descartar dengue. Tampoco hay una vacuna aprobada de uso generalizado, aunque varias están en desarrollo.
La prevención es fundamental y se basa en evitar la picadura del mosquito mediante el uso de repelentes, ropa que cubra la piel, mosquiteros y la eliminación de criaderos de mosquitos. También se recomienda el uso de preservativos o la abstinencia durante el embarazo si la pareja ha estado expuesta al virus.
El síndrome de Zika es un ejemplo claro de cómo una infección viral aparentemente leve puede tener consecuencias graves, especialmente en poblaciones vulnerables como las mujeres embarazadas y los recién nacidos. La vigilancia epidemiológica y la educación en salud pública son esenciales para su control.