Gastroenteritis viral: causas, síntomas, tratamiento y prevención
La gastroenteritis viral es una infección del aparato digestivo causada por diferentes virus que afectan principalmente al estómago y al intestino delgado. Es una de las enfermedades gastrointestinales más comunes en todo el mundo y puede presentarse en personas de cualquier edad, aunque es más frecuente en niños pequeños, adultos mayores y personas con sistemas inmunológicos debilitados. Popularmente se le conoce como “gripe estomacal”, aunque no está relacionada con la influenza.
Los virus más comunes que provocan gastroenteritis viral son el norovirus, el rotavirus, el adenovirus y el astrovirus. El norovirus es la causa más frecuente en adolescentes y adultos, especialmente en brotes comunitarios, mientras que el rotavirus ha sido históricamente la principal causa en niños pequeños, aunque su incidencia ha disminuido gracias a la vacunación. Cada uno de estos virus tiene características particulares, pero todos producen un cuadro clínico similar.
La transmisión de la gastroenteritis viral ocurre principalmente por la vía fecal-oral. Esto puede suceder al consumir alimentos o agua contaminados, al tener contacto cercano con una persona infectada o al tocar superficies contaminadas y luego llevarse las manos a la boca. Los virus pueden sobrevivir durante horas o incluso días en superficies, lo que facilita su propagación, especialmente en lugares cerrados como escuelas, guarderías, hospitales y hogares.
El periodo de incubación suele ser corto, generalmente entre 12 y 48 horas después del contacto con el virus. Los síntomas aparecen de manera repentina y pueden variar en intensidad según el virus, la edad del paciente y su estado de salud general. Los síntomas más comunes incluyen diarrea acuosa, náuseas, vómitos, dolor abdominal tipo cólico y, en algunos casos, fiebre y malestar general. También pueden presentarse dolor de cabeza, escalofríos y debilidad.
La diarrea asociada a la gastroenteritis viral suele ser líquida y sin presencia de sangre o moco, lo cual ayuda a diferenciarla de algunas infecciones bacterianas. Los vómitos pueden ser frecuentes, especialmente en niños, y contribuyen de manera importante al riesgo de deshidratación. La deshidratación es la complicación más relevante de esta enfermedad y puede manifestarse con boca seca, disminución de la orina, llanto sin lágrimas, hundimiento de los ojos, mareos y, en casos graves, alteraciones del estado de conciencia.
El diagnóstico de la gastroenteritis viral se basa principalmente en la evaluación clínica, es decir, en los síntomas y en la historia del paciente. En la mayoría de los casos no se requieren estudios de laboratorio, ya que la enfermedad suele ser autolimitada. Sin embargo, en casos graves, persistentes o cuando se sospechan brotes, pueden realizarse pruebas en heces para identificar el virus responsable.
No existe un tratamiento específico para eliminar los virus que causan la gastroenteritis. El manejo se centra en aliviar los síntomas y prevenir complicaciones, especialmente la deshidratación. La rehidratación es la base del tratamiento y puede lograrse mediante el consumo de soluciones de rehidratación oral que contienen el equilibrio adecuado de agua, sales y glucosa. En casos leves, puede bastar con líquidos claros, pero en niños pequeños y adultos mayores se recomienda el uso de soluciones específicas.
La alimentación debe reintroducirse de manera gradual una vez que los vómitos disminuyen. Se aconsejan alimentos suaves y de fácil digestión, como arroz, plátano, manzana cocida y pan tostado, evitando grasas, alimentos muy condimentados y productos lácteos si empeoran los síntomas. Los medicamentos antidiarreicos generalmente no se recomiendan, especialmente en niños, ya que pueden prolongar la eliminación del virus.
En casos severos de deshidratación, vómitos persistentes o incapacidad para ingerir líquidos, puede ser necesaria la hospitalización para administrar líquidos por vía intravenosa. Esto es más frecuente en lactantes, personas mayores y pacientes con enfermedades crónicas.
La prevención de la gastroenteritis viral es fundamental para reducir su propagación. El lavado frecuente de manos con agua y jabón, especialmente después de ir al baño y antes de preparar o consumir alimentos, es una de las medidas más efectivas. También es importante desinfectar superficies, lavar adecuadamente frutas y verduras, consumir agua potable y evitar compartir utensilios con personas enfermas. En el caso del rotavirus, la vacunación infantil ha demostrado ser una herramienta muy eficaz para prevenir formas graves de la enfermedad.
En conclusión, la gastroenteritis viral es una infección frecuente, generalmente leve, pero que puede causar complicaciones si no se maneja adecuadamente. Reconocer sus síntomas, mantener una adecuada hidratación y aplicar medidas preventivas son claves para su control y recuperación, especialmente en los grupos más vulnerables.
