Hepatitis A: descripción médica completa

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La hepatitis A es una infección viral aguda que afecta al hígado y es causada por el virus de la hepatitis A (VHA). A diferencia de otros tipos de hepatitis, la hepatitis A no se vuelve crónica; en la mayoría de los casos, el organismo elimina el virus completamente y la persona se recupera sin secuelas permanentes. Sin embargo, puede causar síntomas intensos y, en casos poco comunes, evolucionar a insuficiencia hepática fulminante.

El virus se transmite principalmente por vía fecal-oral, es decir, al ingerir alimentos o agua contaminados con partículas virales provenientes de heces infectadas. También puede transmitirse por contacto directo con personas contagiadas, especialmente en condiciones de higiene inadecuadas. Es frecuente en áreas donde el saneamiento y el manejo del agua son deficientes.

Una vez que el virus entra en el cuerpo, se replica en el hígado y provoca inflamación hepática. Esta inflamación interfiere con la capacidad del hígado para realizar funciones esenciales como el metabolismo, la producción de bilis y la eliminación de toxinas.

Los síntomas suelen aparecer entre dos y seis semanas después del contagio. En muchos niños, la infección puede pasar desapercibida, pero en adultos suele provocar síntomas intensos. Entre los más comunes se encuentran fatiga extrema, fiebre ligera, náuseas, vómitos, dolor abdominal (especialmente en la zona del hígado), pérdida de apetito y diarrea. A medida que progresa la infección, puede aparecer ictericia, que es la coloración amarillenta de la piel y los ojos, acompañada de orina oscura y heces claras. El paciente puede sentir malestar general prolongado durante semanas.

El diagnóstico se confirma mediante estudios de sangre que detectan anticuerpos específicos contra el virus, particularmente el anticuerpo IgM anti-VHA, que indica infección activa. Otras pruebas hepáticas pueden mostrar elevación marcada de enzimas como ALT y AST, así como alteraciones en bilirrubina.

El tratamiento se basa en medidas de apoyo, ya que no existe un antiviral específico contra la hepatitis A. Se recomienda reposo, buena hidratación, alimentación ligera y evitar alcohol y medicamentos que puedan afectar el hígado, como el paracetamol en altas dosis. En los pocos casos que presentan complicaciones graves, puede requerirse hospitalización.

La prevención es fundamental. La vacuna contra la hepatitis A es altamente efectiva y se recomienda especialmente para niños, personas que viajan a zonas de riesgo, trabajadores de servicios de alimentos y pacientes con enfermedades hepáticas crónicas. Otras medidas importantes incluyen lavarse las manos con frecuencia, evitar consumir agua o alimentos de origen dudoso y mantener una adecuada higiene en la preparación de alimentos.

La mayoría de los pacientes se recupera por completo en pocas semanas o meses, adquiriendo inmunidad permanente contra futuros contagios.

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