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El hipoparatiroidismo es un trastorno endocrino poco frecuente caracterizado por una producción insuficiente o ausencia de la hormona paratiroidea (PTH) por parte de las glándulas paratiroides. Estas glándulas, situadas detrás de la glándula tiroides en el cuello, tienen la función de regular los niveles de calcio y fósforo en el cuerpo a través de la acción de la PTH. Cuando esta hormona disminuye o falta, se produce un desequilibrio que afecta directamente al metabolismo del calcio, causando hipocalcemia (niveles bajos de calcio en la sangre) y, en algunos casos, hiperfosfatemia (niveles elevados de fósforo).

Existen diferentes causas de hipoparatiroidismo, siendo la más común la lesión o extirpación accidental de las glándulas paratiroides durante una cirugía de tiroides o de cuello. También puede deberse a enfermedades autoinmunes en las que el sistema inmunitario ataca por error las glándulas paratiroides, a alteraciones genéticas que impiden su desarrollo o funcionamiento normal, o a deficiencias severas de magnesio que interfieren en la secreción de PTH. En algunos casos, la causa exacta no se identifica, lo que se conoce como hipoparatiroidismo idiopático.

La PTH actúa en tres principales órganos del cuerpo: los huesos, los riñones y el intestino. En los huesos, estimula la liberación de calcio al torrente sanguíneo; en los riñones, promueve la reabsorción de calcio y la eliminación de fósforo; y en el intestino, favorece la absorción de calcio a través de la activación de la vitamina D. Cuando los niveles de PTH son bajos, estas funciones se ven comprometidas, lo que provoca una disminución de calcio en la sangre y un aumento de fósforo.

Los síntomas del hipoparatiroidismo varían según la severidad de la hipocalcemia. Los más frecuentes incluyen hormigueo o entumecimiento en los labios, la lengua, los dedos de las manos y los pies; espasmos musculares o calambres dolorosos, especialmente en las manos y los pies; y contracciones musculares involuntarias conocidas como tetania. En casos más graves, pueden presentarse convulsiones, arritmias cardíacas o dificultad para respirar debido a espasmos de los músculos laríngeos. Otros signos pueden incluir fatiga, debilidad, ansiedad, depresión, uñas quebradizas, piel seca y caída del cabello.

El diagnóstico del hipoparatiroidismo se realiza mediante análisis de laboratorio que muestran niveles bajos de calcio y PTH, junto con niveles altos de fósforo. También se evalúan los niveles de magnesio y vitamina D, ya que sus alteraciones pueden afectar el equilibrio del calcio. Las pruebas de imagen, como la ecografía cervical, pueden ser útiles en casos postquirúrgicos o cuando se sospecha una anomalía estructural en las glándulas paratiroides.

El tratamiento tiene como objetivo principal mantener los niveles de calcio dentro del rango normal y aliviar los síntomas de hipocalcemia. Para ello, se emplean suplementos orales de calcio y vitamina D activa (calcitriol o alfacalcidol), que ayudan a mejorar la absorción intestinal del mineral. En casos más severos o cuando el tratamiento oral no es suficiente, puede ser necesario administrar calcio por vía intravenosa. Asimismo, se recomienda ajustar la dieta para incluir alimentos ricos en calcio (como lácteos, almendras y verduras de hoja verde) y reducir la ingesta de fósforo (presente en carnes procesadas, refrescos y productos con aditivos fosfatados).

En los últimos años, se ha incorporado una opción terapéutica más específica: la administración de hormona paratiroidea recombinante humana (PTH 1-84), que permite sustituir la hormona ausente y restaurar de manera más fisiológica el equilibrio del calcio y el fósforo. Sin embargo, su uso está reservado para pacientes con hipoparatiroidismo crónico que no responden bien al tratamiento convencional, debido a su costo elevado y a la necesidad de control médico estricto.

El manejo del hipoparatiroidismo requiere un seguimiento médico continuo, ya que tanto la hipocalcemia como la hipercalcemia (exceso de calcio por sobredosificación) pueden causar complicaciones. Entre las complicaciones a largo plazo se encuentran la calcificación de tejidos blandos (como los riñones o el cerebro), cataratas, daño renal crónico y alteraciones del desarrollo dental en los niños. Por ello, los pacientes deben realizar controles periódicos de calcio, fósforo, magnesio y función renal.

El pronóstico del hipoparatiroidismo depende en gran medida de la causa y del control del tratamiento. Cuando se mantiene una vigilancia adecuada y una buena adherencia a la terapia, la mayoría de las personas puede llevar una vida normal. En casos de hipoparatiroidismo transitorio, como el que ocurre después de una cirugía tiroidea, la función de las glándulas paratiroides puede recuperarse con el tiempo, lo que permite suspender el tratamiento.

En conclusión, el hipoparatiroidismo es una enfermedad poco común pero clínicamente importante, caracterizada por una deficiencia de hormona paratiroidea que provoca alteraciones en el equilibrio del calcio y el fósforo. Aunque no siempre es curable, el tratamiento adecuado y el monitoreo constante permiten controlar los síntomas, prevenir complicaciones y mantener una buena calidad de vida para los pacientes.

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