IMG_7116
Spread the love

El síndrome antifosfolípido (SAF) es un trastorno autoinmune caracterizado por la presencia de anticuerpos antifosfolípidos que provocan una tendencia anormal a la formación de trombos en venas y arterias, además de complicaciones en el embarazo. Estos anticuerpos atacan proteínas que se unen a los fosfolípidos de las membranas celulares, alterando los mecanismos de coagulación.

Tipos

  1. SAF primario: aparece de manera aislada, sin relación con otra enfermedad.
  2. SAF secundario: se presenta asociado a otras enfermedades autoinmunes, como el lupus eritematoso sistémico.

Manifestaciones clínicas

  • Trombosis venosa profunda (frecuente en piernas).
  • Trombosis arterial, que puede afectar cerebro, corazón o riñones.
  • Accidentes cerebrovasculares (ACV) en personas jóvenes sin factores de riesgo.
  • Abortos recurrentes o pérdidas fetales, complicaciones del embarazo como preeclampsia o restricción del crecimiento intrauterino.
  • Trombocitopenia leve en algunos pacientes.
  • Síntomas neurológicos como migrañas, convulsiones o deterioro cognitivo.

Criterios diagnósticos

El diagnóstico se establece con la combinación de hallazgos clínicos y de laboratorio:

  • Clínicos: al menos un evento trombótico confirmado o complicaciones obstétricas recurrentes.
  • Laboratorio: presencia persistente (en al menos dos ocasiones con 12 semanas de diferencia) de anticuerpos antifosfolípidos:
    • Anticoagulante lúpico.
    • Anticuerpos anticardiolipina.
    • Anticuerpos anti-β2 glicoproteína I.

Tratamiento

  • Anticoagulación: uso de warfarina o heparina de bajo peso molecular para prevenir nuevos eventos trombóticos.
  • Aspirina en bajas dosis en casos de riesgo obstétrico o preventivo.
  • Durante el embarazo: combinación de heparina y aspirina para reducir riesgo de complicaciones.
  • En casos graves o refractarios: inmunosupresores, plasmaféresis o hidroxicloroquina (en asociación con lupus).

Pronóstico

Con un diagnóstico y tratamiento adecuados, muchos pacientes llevan una vida estable, aunque el riesgo de recurrencia de trombosis obliga a mantener control médico y anticoagulación prolongada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *