Insuficiencia Renal Crónica (IRC)

La insuficiencia renal crónica es una enfermedad progresiva en la que los riñones pierden su capacidad de filtrar desechos y líquidos de la sangre de manera eficiente. Esta pérdida de función puede llevar a la acumulación de toxinas en el cuerpo, afectando múltiples sistemas.
Causas principales
Entre las causas más frecuentes se encuentran la diabetes mellitus, la hipertensión arterial crónica, enfermedades glomerulares, enfermedades hereditarias como la poliquistosis renal, obstrucciones del tracto urinario y el uso prolongado de medicamentos tóxicos para los riñones, como los antiinflamatorios no esteroideos.
Síntomas comunes
La enfermedad puede ser silenciosa en etapas iniciales. A medida que progresa, pueden aparecer síntomas como fatiga, hinchazón en piernas y tobillos, náuseas, pérdida de apetito, picazón en la piel, dificultad para concentrarse, y alteraciones en la cantidad y características de la orina.
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza a través de análisis de sangre y orina. Se evalúan parámetros como la creatinina sérica y la tasa de filtrado glomerular (TFG). También se pueden utilizar estudios de imagen como la ecografía renal para valorar la estructura del riñón.
Etapas de la enfermedad
La insuficiencia renal crónica se clasifica en cinco etapas según la TFG. La etapa 1 indica daño renal con función normal (TFG ≥90 ml/min). La etapa 2 implica una disminución leve (TFG entre 60-89 ml/min). Las etapas 3a y 3b reflejan una disminución moderada (TFG entre 45-59 y 30-44 ml/min respectivamente). La etapa 4 indica disminución severa (TFG entre 15-29 ml/min) y la etapa 5 es considerada enfermedad renal terminal (TFG <15 ml/min), que generalmente requiere tratamiento sustitutivo.
Tratamiento
El tratamiento busca detener o ralentizar el progreso de la enfermedad. Es esencial controlar enfermedades de base como la diabetes y la hipertensión. Se recomienda una dieta adecuada, restricción de sal, proteínas y ciertos minerales como el potasio y el fósforo. También se emplean medicamentos como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA II).
En etapas avanzadas se puede requerir tratamiento sustitutivo, que incluye la hemodiálisis, la diálisis peritoneal o el trasplante renal.
Prevención y cuidado
Es fundamental mantener un control adecuado de los factores de riesgo como la glucosa y la presión arterial. Se debe evitar el uso excesivo de medicamentos que dañan el riñón, no automedicarse y acudir a consultas médicas regulares. Una hidratación adecuada y una alimentación balanceada también contribuyen a la salud renal.
La detección temprana y el seguimiento por un especialista en nefrología pueden mejorar la calidad de vida y retrasar la necesidad de tratamientos invasivos.