Síndrome de Sjögren: explicación clínica detallada
El síndrome de Sjögren es una enfermedad autoinmune crónica caracterizada por la destrucción progresiva de las glándulas exocrinas, especialmente las salivales y lagrimales. Esto provoca sequedad severa de la boca y los ojos, aunque la enfermedad también puede afectar otros órganos y sistemas.
El sistema inmunológico, que normalmente protege al organismo, ataca por error a estas glándulas, lo que reduce la producción de lágrimas y saliva. La enfermedad puede presentarse de dos formas: primaria, cuando ocurre de manera aislada, o secundaria, cuando aparece junto con otras enfermedades autoinmunes, como artritis reumatoide o lupus.
Entre los síntomas principales se encuentran la sequedad ocular (sensación de arenilla, ardor, irritación, visión borrosa) y la sequedad bucal (dificultad para tragar, necesidad de beber agua con frecuencia, alteraciones del gusto, caries recurrentes). También pueden aparecer inflamación de las glándulas salivales, especialmente las parótidas.
Además de los síntomas glandulares, pueden presentarse manifestaciones sistémicas. Entre ellas destacan fatiga extrema, dolor articular, rigidez, erupciones cutáneas, piel seca, tos persistente, sequedad vaginal y problemas para digerir alimentos secos. Algunos pacientes desarrollan neuropatías periféricas o complicaciones hematológicas.
El diagnóstico se basa en una combinación de historia clínica, examen físico y pruebas específicas. Entre estas pruebas se incluyen la medición de la producción de lágrimas mediante el test de Schirmer, la evaluación del flujo salival, análisis de sangre con anticuerpos como anti-Ro/SSA y anti-La/SSB, y estudios de laboratorio que pueden mostrar elevación de marcadores inflamatorios. En algunos casos, se realiza una biopsia de glándula salival menor para confirmar infiltración linfocítica.
El tratamiento se enfoca en aliviar síntomas y evitar complicaciones. No existe una cura definitiva. Para los ojos secos se usan lágrimas artificiales, geles lubricantes y protectores oculares. Para la boca seca se recomiendan sustitutos de saliva, buena higiene bucal, evitar alcohol y tabaco, y fármacos estimulantes de la saliva como pilocarpina o cevimelina en casos seleccionados. Cuando hay afectación sistémica, pueden utilizarse inmunosupresores, corticoesteroides o medicamentos moduladores del sistema inmunológico según la severidad y los órganos comprometidos.
Las complicaciones más relevantes incluyen infecciones bucales, caries extensas, úlceras oculares, queratitis y en un pequeño porcentaje de pacientes, riesgo aumentado de linfoma no Hodgkin. Por esta razón, el seguimiento médico regular es fundamental.
El abordaje preventivo consiste en mantener hidratación adecuada, usar humidificadores ambientales, evitar fármacos que empeoren la sequedad y vigilar de forma continua la salud dental y ocular.
