Fibrilación Auricular: cuando el ritmo del corazón se descoordina

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La fibrilación auricular (FA) es una alteración del ritmo cardíaco caracterizada por contracciones rápidas y desorganizadas de las aurículas, las cavidades superiores del corazón. Esta arritmia provoca que los latidos sean irregulares, a menudo demasiado rápidos, lo que afecta la capacidad del corazón para bombear la sangre de manera eficiente hacia el resto del cuerpo.

En condiciones normales, el impulso eléctrico que controla los latidos se origina en el nódulo sinusal y sigue una ruta ordenada. En la fibrilación auricular, ese sistema se altera y surgen múltiples señales eléctricas caóticas que hacen que las aurículas tiemblen en lugar de contraerse adecuadamente. Como resultado, el flujo sanguíneo dentro de ellas se vuelve turbulento y puede favorecer la formación de coágulos.

La enfermedad puede ser paroxística (episodios que comienzan y terminan espontáneamente), persistente (dura más de siete días y requiere tratamiento para restablecer el ritmo normal) o permanente (cuando ya no se intenta recuperar el ritmo sinusal normal).

Entre las causas más frecuentes se encuentran la hipertensión arterial, las enfermedades de las válvulas cardíacas, la insuficiencia cardíaca, la cardiopatía isquémica, el hipertiroidismo y el consumo excesivo de alcohol o estimulantes. También puede presentarse tras cirugías cardíacas o sin causa aparente, especialmente en personas mayores.

Los síntomas varían según la frecuencia y la duración de los episodios, e incluyen palpitaciones intensas o irregulares, dificultad para respirar, cansancio, mareos, dolor torácico y, en algunos casos, ausencia total de molestias perceptibles. Sin embargo, incluso en pacientes asintomáticos, la FA puede ser peligrosa, ya que los coágulos formados en las aurículas pueden viajar al cerebro y causar un accidente cerebrovascular (ACV).

El diagnóstico se realiza mediante un electrocardiograma (ECG), que muestra la actividad eléctrica desorganizada de las aurículas. Otras pruebas, como el ecocardiograma, el monitoreo Holter y análisis de sangre, ayudan a determinar la causa y las posibles complicaciones.

El tratamiento tiene tres objetivos principales: controlar la frecuencia cardíaca, restaurar o mantener el ritmo normal y prevenir la formación de coágulos. Para lograrlo, se utilizan medicamentos como betabloqueadores o calcioantagonistas, antiarrítmicos (como la amiodarona) y anticoagulantes orales (como warfarina o los nuevos anticoagulantes directos).

En algunos casos, se emplean procedimientos médicos avanzados como la cardioversión eléctrica, que aplica una descarga controlada para restaurar el ritmo normal, o la ablación con catéter, donde se destruyen pequeñas áreas del tejido cardíaco responsables de los impulsos anormales.

Además del tratamiento médico, se recomienda adoptar hábitos saludables: controlar la presión arterial, reducir el consumo de alcohol y cafeína, evitar el tabaco, mantener un peso adecuado y realizar ejercicio físico moderado bajo supervisión médica.

La fibrilación auricular no siempre se cura definitivamente, pero puede controlarse eficazmente. Con un diagnóstico temprano y un seguimiento adecuado, los pacientes pueden reducir el riesgo de complicaciones graves y llevar una vida activa y estable.

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