Neuropatía periférica

La neuropatía periférica es una alteración que afecta a los nervios periféricos, es decir, aquellos que se encuentran fuera del cerebro y la médula espinal. Estos nervios tienen funciones motoras, sensitivas y autónomas, por lo que su daño puede producir síntomas diversos dependiendo de la región afectada y la causa subyacente.
Entre las causas más comunes se encuentran la diabetes mellitus, el consumo excesivo de alcohol, deficiencias nutricionales (como la falta de vitamina B12), infecciones, exposición a toxinas, enfermedades autoinmunes, ciertos medicamentos (por ejemplo, quimioterápicos) y trastornos hereditarios.
Los síntomas pueden variar, pero suelen incluir hormigueo, entumecimiento, dolor punzante o quemante, debilidad muscular, pérdida de reflejos, sensibilidad alterada al frío o al calor, y en casos graves, pérdida de la coordinación. Cuando el sistema nervioso autónomo se ve comprometido, pueden aparecer problemas digestivos, alteraciones de la presión arterial y disfunción urinaria o sexual.
Existen distintos tipos de neuropatía según el nervio afectado:
- Neuropatía sensitiva: predominan los síntomas de dolor, ardor o pérdida de sensibilidad.
- Neuropatía motora: hay debilidad, calambres o atrofia muscular.
- Neuropatía autonómica: afecta funciones involuntarias, como la sudoración, la digestión y el control de la presión arterial.
- Neuropatía mixta: combina varios de los anteriores.
El diagnóstico se realiza a través de la historia clínica, exploración neurológica, análisis de sangre, estudios de conducción nerviosa, electromiografía y, en algunos casos, biopsia nerviosa o pruebas de imagen para descartar causas estructurales.
El tratamiento depende de la causa. En la neuropatía diabética, el control estricto de la glucosa es fundamental. También pueden emplearse suplementos vitamínicos si hay deficiencias, inmunoterapia en casos autoinmunes, o cambios en la medicación si está relacionada con fármacos. Para el dolor neuropático se usan medicamentos como antidepresivos tricíclicos, anticonvulsivos (gabapentina, pregabalina), y analgésicos específicos. La fisioterapia y la terapia ocupacional ayudan a mantener la movilidad y la independencia.
Si no se trata, la neuropatía periférica puede progresar y ocasionar complicaciones graves, como úlceras en los pies, infecciones recurrentes o caídas por pérdida de sensibilidad y debilidad muscular. Por ello, la detección temprana y el manejo integral son claves para mejorar la calidad de vida de los pacientes.