Colangitis: inflamación e infección de las vías biliares, causas, síntomas y tratamiento
La colangitis es una inflamación de los conductos biliares, generalmente causada por una infección bacteriana asociada a la obstrucción del flujo de la bilis. La bilis es un líquido producido por el hígado que ayuda a la digestión de las grasas y se transporta a través de las vías biliares hacia el intestino delgado. Cuando este flujo se bloquea, las bacterias pueden ascender desde el intestino y multiplicarse en los conductos, dando lugar a una infección potencialmente grave.
La causa más frecuente de la colangitis es la presencia de cálculos biliares que obstruyen el colédoco, el principal conducto biliar. Sin embargo, también puede originarse por estenosis o estrechamientos de las vías biliares, tumores pancreáticos o hepáticos, complicaciones posteriores a cirugías, colocación de prótesis biliares, parásitos, o enfermedades inflamatorias crónicas como la colangitis esclerosante primaria. En todos los casos, el elemento común es la dificultad para que la bilis fluya de manera normal.
Desde el punto de vista clínico, la colangitis suele manifestarse de forma aguda. El cuadro clásico se describe mediante la llamada tríada de Charcot, que incluye dolor abdominal en el cuadrante superior derecho, fiebre con escalofríos e ictericia, es decir, coloración amarilla de la piel y los ojos. Estos síntomas reflejan la inflamación, la infección y la acumulación de bilirrubina en la sangre. En casos más graves, puede presentarse confusión mental y disminución de la presión arterial, conformando la pentada de Reynolds, lo que indica sepsis y una situación de alto riesgo vital.
El dolor abdominal suele ser continuo, de intensidad variable y puede irradiarse hacia la espalda o el hombro derecho. La fiebre es un signo importante de infección activa, mientras que la ictericia se asocia con la obstrucción del flujo biliar. Otros síntomas frecuentes incluyen náuseas, vómito, pérdida del apetito, orina oscura y heces de color claro, todos relacionados con la alteración del metabolismo de la bilis.
El diagnóstico de la colangitis se basa en la combinación de datos clínicos, análisis de laboratorio y estudios de imagen. En los análisis sanguíneos es común encontrar elevación de los glóbulos blancos, aumento de la bilirrubina y de las enzimas hepáticas, especialmente la fosfatasa alcalina y la gamma-glutamil transferasa. Los estudios de imagen, como el ultrasonido abdominal, la tomografía o la resonancia magnética de las vías biliares, permiten identificar la dilatación de los conductos y la causa de la obstrucción.
El tratamiento de la colangitis es una urgencia médica, ya que la infección puede progresar rápidamente a sepsis. El manejo inicial incluye hospitalización, administración de antibióticos de amplio espectro por vía intravenosa y control del estado general del paciente, incluyendo hidratación y monitoreo de signos vitales. Sin embargo, el pilar del tratamiento es la descompresión de las vías biliares para restablecer el flujo de la bilis.
La descompresión suele realizarse mediante una colangiopancreatografía retrógrada endoscópica, un procedimiento que permite extraer cálculos, colocar prótesis o dilatar estrechamientos sin necesidad de cirugía abierta. En algunos casos, cuando este procedimiento no es posible, se recurre a drenajes percutáneos o a cirugía. La elección del método depende de la causa de la obstrucción y de las condiciones del paciente.
Si la colangitis se trata de forma oportuna, el pronóstico suele ser favorable. No obstante, cuando el diagnóstico o el tratamiento se retrasan, pueden presentarse complicaciones graves como abscesos hepáticos, insuficiencia hepática, choque séptico y falla multiorgánica. Por ello, el reconocimiento temprano de los síntomas es fundamental.
La prevención de la colangitis se enfoca en el tratamiento adecuado de las enfermedades biliares subyacentes. El control oportuno de los cálculos biliares, el seguimiento de pacientes con estenosis o prótesis biliares y la vigilancia en personas con enfermedades hepáticas crónicas reducen el riesgo de desarrollar esta infección. Asimismo, acudir al médico ante síntomas como dolor abdominal persistente, fiebre e ictericia puede marcar la diferencia en la evolución de la enfermedad.
En resumen, la colangitis es una infección grave de las vías biliares que requiere diagnóstico y tratamiento rápidos. Su origen suele estar relacionado con la obstrucción del flujo biliar, y su manejo combina antibióticos y procedimientos para liberar los conductos. La atención médica oportuna es clave para evitar complicaciones y mejorar el pronóstico del paciente.
