Aneurisma cerebral: qué es, por qué ocurre, cómo se manifiesta y cuáles son sus opciones de tratamiento
Un aneurisma cerebral es una dilatación anormal de una arteria del cerebro causada por el debilitamiento de su pared. Esta zona debilitada puede ir creciendo con el tiempo y adoptar la forma de un pequeño saco o globo lleno de sangre. Aunque muchos aneurismas permanecen estables y no generan síntomas durante años, el principal riesgo es su ruptura, evento que provoca una hemorragia cerebral potencialmente mortal y que requiere atención médica inmediata.
Los aneurismas cerebrales pueden aparecer en cualquier persona, pero son más frecuentes en adultos y su incidencia aumenta con la edad. Existen factores que incrementan el riesgo de desarrollarlos, como la hipertensión arterial mal controlada, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, ciertas enfermedades del tejido conectivo, antecedentes familiares de aneurismas y algunas infecciones o traumatismos. En muchos casos, sin embargo, no se identifica una causa clara y el aneurisma se descubre de manera incidental durante estudios de imagen realizados por otros motivos.
Desde el punto de vista anatómico, los aneurismas se clasifican según su forma y localización. El tipo más común es el aneurisma sacular, que tiene una base estrecha y una bolsa redondeada. También existen aneurismas fusiformes, que afectan un segmento más largo de la arteria, y aneurismas disecantes, relacionados con desgarros en la pared arterial. Suelen localizarse en las arterias de la base del cerebro, especialmente en el círculo de Willis, una red vascular clave para la irrigación cerebral.
La mayoría de los aneurismas no rotos son asintomáticos. Cuando producen síntomas, estos suelen deberse a la presión que ejercen sobre estructuras cercanas, como nervios o tejido cerebral. Los signos pueden incluir dolor de cabeza persistente, visión borrosa o doble, caída de un párpado, dilatación de una pupila, dolor detrás del ojo o debilidad facial. Estos síntomas, aunque no siempre indican una emergencia, requieren valoración médica para descartar complicaciones.
La ruptura de un aneurisma cerebral constituye una urgencia vital. Al romperse, la sangre se libera en el espacio subaracnoideo, causando una hemorragia subaracnoidea. El síntoma más característico es un dolor de cabeza súbito e intenso, descrito a menudo como “el peor dolor de cabeza de la vida”. Puede acompañarse de náuseas, vómito, rigidez en el cuello, pérdida de la conciencia, convulsiones y, en casos graves, coma o muerte. La rapidez en la atención médica influye de manera decisiva en el pronóstico.
El diagnóstico de un aneurisma cerebral se realiza mediante estudios de imagen. La tomografía computarizada es fundamental en situaciones de urgencia para detectar hemorragias. La resonancia magnética y la angiografía cerebral permiten visualizar con mayor detalle la forma, el tamaño y la localización del aneurisma. En algunos casos, se utilizan técnicas menos invasivas como la angiografía por tomografía o por resonancia para el seguimiento de aneurismas pequeños.
El tratamiento depende de múltiples factores, entre ellos el tamaño y la localización del aneurisma, si está roto o no, la edad del paciente, su estado de salud general y el riesgo de ruptura. En aneurismas pequeños y asintomáticos, el manejo puede ser conservador, con vigilancia periódica mediante estudios de imagen y control estricto de los factores de riesgo, como la presión arterial y el tabaquismo.
Cuando se decide intervenir, existen dos opciones principales. La cirugía abierta mediante clipaje consiste en colocar un pequeño clip metálico en la base del aneurisma para aislarlo de la circulación. La alternativa es el tratamiento endovascular, menos invasivo, que se realiza introduciendo catéteres a través de los vasos sanguíneos hasta el cerebro para rellenar el aneurisma con espirales o dispositivos especiales que evitan que la sangre siga entrando en él. La elección del método depende de las características del aneurisma y de la experiencia del equipo médico.
La recuperación tras un aneurisma cerebral varía ampliamente. En casos de ruptura, pueden presentarse complicaciones como vasoespasmo, hidrocefalia, daño cerebral permanente o alteraciones cognitivas. La rehabilitación neurológica, el seguimiento médico continuo y el apoyo psicológico son componentes esenciales del proceso de recuperación. Incluso en aneurismas no rotos tratados de forma preventiva, se recomienda un seguimiento a largo plazo.
La prevención se centra en reducir los factores de riesgo modificables. Mantener una presión arterial adecuada, evitar el tabaco, moderar el consumo de alcohol, llevar una dieta equilibrada y realizar actividad física regular contribuyen a la salud vascular. En personas con antecedentes familiares, la valoración médica puede incluir estudios preventivos para detectar aneurismas de forma temprana.
En conclusión, el aneurisma cerebral es una condición seria que puede permanecer silenciosa o manifestarse de forma dramática. El diagnóstico oportuno, la evaluación individualizada del riesgo y el tratamiento adecuado son fundamentales para reducir la mortalidad y las secuelas. La información, la vigilancia médica y el control de los factores de riesgo juegan un papel clave en el manejo integral de esta enfermedad.
