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La clamidia es una infección de transmisión sexual causada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Es una de las ITS más comunes en el mundo y con frecuencia pasa desapercibida porque muchas personas no presentan síntomas. Aun así, puede provocar complicaciones serias si no se diagnostica y trata a tiempo, especialmente en personas con vida sexual activa sin protección.

La bacteria infecta principalmente el tracto genital, aunque también puede afectar el recto, la garganta y los ojos. Su transmisión ocurre por contacto sexual vaginal, anal u oral con una persona infectada, incluso si no hay eyaculación. También puede transmitirse de madre a hijo durante el parto.

Una característica importante es que hasta el 70–90% de las mujeres y cerca del 50% de los hombres no presentan síntomas. En quienes sí los desarrollan, estos pueden iniciar entre 1 y 3 semanas después del contacto de riesgo.

Síntomas en mujeres

• Flujo vaginal anormal, a veces con olor.

• Dolor al orinar.

• Sangrado entre periodos o después de las relaciones sexuales.

• Dolor pélvico o abdominal bajo.

• Dolor durante las relaciones sexuales.

Síntomas en hombres

• Secreción uretral transparente o blanquecina.

• Ardor o dolor al orinar.

• Dolor o hinchazón en los testículos, aunque es menos común.

Síntomas en infecciones rectales o faríngeas

• Dolor, secreción o sangrado rectal.

• Dolor de garganta persistente si la infección es orofaríngea, aunque a menudo es asintomática.

Si no se trata, la clamidia puede causar enfermedad pélvica inflamatoria en mujeres, que implica daño en trompas de Falopio, dolor crónico, infertilidad y riesgo de embarazos ectópicos. En los hombres, puede causar epididimitis, con dolor testicular y posible afectación de la fertilidad. En ambos sexos puede provocar artritis reactiva, una condición inflamatoria que afecta articulaciones, ojos y vías urinarias.

El diagnóstico se realiza mediante pruebas de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT), un examen muy preciso que puede hacerse con una muestra de orina o con hisopos en la zona afectada.

El tratamiento es sencillo y eficaz: generalmente incluye antibióticos como la doxiciclina durante siete días. Alternativamente, en ciertos casos se usa azitromicina en dosis única. Durante el tratamiento y una semana después de terminarlo, se debe evitar toda actividad sexual. También es fundamental tratar a todas las parejas sexuales recientes para evitar reinfecciones.

La prevención incluye el uso correcto y constante de preservativos, pruebas periódicas de ITS en personas sexualmente activas y evitar las relaciones sexuales sin protección con parejas cuyo estado de salud se desconozca.

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