Alveolitis alérgica extrínseca

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La alveolitis alérgica extrínseca, también llamada neumonitis por hipersensibilidad, es una enfermedad pulmonar inflamatoria causada por la inhalación repetida y prolongada de partículas orgánicas o sustancias químicas que desencadenan una respuesta inmunológica exagerada en los alvéolos y en el intersticio pulmonar. Aunque comparte características con el asma y con otras enfermedades respiratorias alérgicas, se distingue por afectar principalmente las estructuras alveolares y por involucrar mecanismos inmunológicos tanto inmediatos como tardíos.

Esta enfermedad se desarrolla en personas que se exponen de forma crónica a antígenos presentes en el ambiente, con frecuencia relacionados con su ocupación o sus actividades diarias. Entre los antígenos más comunes se encuentran los hongos presentes en el heno o en el material agrícola húmedo, las proteínas de aves en criadores de pájaros, los mohos domésticos, las bacterias termofílicas en humidificadores y jacuzzis, y ciertos químicos industriales. Cada forma recibe nombres específicos, como “pulmón del granjero” o “pulmón del cuidador de aves”.

La fisiopatología implica una combinación de reacciones de hipersensibilidad tipo III y tipo IV. Al inhalar repetidamente el antígeno, se forman inmunocomplejos que se depositan en los alvéolos, activan el complemento y generan inflamación. Después, se desencadena una respuesta celular mediada por linfocitos T que perpetúa el daño. Si la exposición continúa sin control, los procesos inflamatorios crónicos pueden conducir a fibrosis pulmonar, alteración estructural y disminución irreversible de la función respiratoria.

Los síntomas varían según la forma de presentación. En la forma aguda, los síntomas aparecen de cuatro a ocho horas después de una exposición significativa al antígeno. Estos incluyen fiebre, escalofríos, malestar general, tos seca, disnea y opresión torácica. Es común que el paciente los confunda con una infección respiratoria. En la forma subaguda, los síntomas son similares pero más insidiosos, con tos persistente, fatiga y dificultad para respirar con el esfuerzo. La forma crónica, asociada a exposiciones prolongadas, se manifiesta con disnea progresiva, pérdida de peso, tos crónica y a veces signos de falla respiratoria.

El diagnóstico se basa en una combinación de historia clínica detallada, identificación de la exposición, hallazgos radiológicos e investigación inmunológica. La tomografía de alta resolución es una herramienta clave, ya que puede mostrar opacidades en vidrio despulido, nódulos centrolobulillares y, en casos crónicos, signos de fibrosis como bronquiectasias por tracción o panalización. Las pruebas de función pulmonar suelen mostrar un patrón restrictivo con disminución de la capacidad de difusión de monóxido de carbono.

Además, se pueden detectar precipitinas específicas en sangre, aunque su presencia no confirma por sí misma la enfermedad, ya que pueden estar presentes en individuos expuestos pero sanos. El lavado broncoalveolar frecuentemente revela linfocitosis marcada, lo cual apoya el diagnóstico. En casos difíciles, la biopsia pulmonar puede ser necesaria para confirmar la inflamación intersticial y los granulomas mal definidos característicos.

El tratamiento principal consiste en evitar completamente la exposición al antígeno causal. Esto puede requerir modificaciones en el lugar de trabajo, uso de equipo de protección o cambio de actividad. En las formas agudas y subagudas, los corticosteroides sistémicos aceleran la recuperación al reducir la inflamación pulmonar. Sin embargo, en la forma crónica, aunque los esteroides pueden mejorar parcialmente los síntomas, no detienen el avance de la fibrosis cuando existe daño estructural consolidado.

El pronóstico depende del momento del diagnóstico y del grado de fibrosis. Cuando se identifica de manera temprana y se elimina la exposición, la mayoría de los casos presentan una recuperación casi completa. Sin embargo, la forma crónica puede evolucionar a fibrosis pulmonar irreversible, hipertensión pulmonar y, en etapas avanzadas, insuficiencia respiratoria que requiera oxígeno suplementario.

La alveolitis alérgica extrínseca es, en esencia, una enfermedad prevenible. La detección temprana de factores de riesgo ambientales, la educación en lugares de trabajo y la vigilancia de síntomas en personas expuestas son medidas clave para evitar la progresión hacia daño pulmonar crónico.

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