Pericarditis: explicación completa
La pericarditis es la inflamación del pericardio, una delgada membrana doble que rodea y protege el corazón. Este saco pericárdico contiene una pequeña cantidad de líquido lubricante que permite que el corazón se mueva suavemente dentro del pecho al latir. Cuando se inflama, puede acumularse líquido o producirse fricción entre sus capas, lo que genera dolor y, en casos graves, compromete la función cardíaca.
Causas
La pericarditis puede tener diversas causas, aunque en muchos casos no se identifica un origen claro (idiopática). Las causas más frecuentes incluyen:
- Infecciones virales: como las causadas por los virus Coxsackie, echovirus o influenza.
- Infecciones bacterianas o fúngicas: menos comunes, pero más graves.
- Complicaciones postinfarto: conocida como síndrome de Dressler, ocurre días o semanas después de un ataque cardíaco.
- Trastornos autoinmunes: como el lupus eritematoso sistémico o la artritis reumatoide.
- Traumatismos torácicos o cirugías cardíacas.
- Insuficiencia renal avanzada (por acumulación de productos tóxicos en la sangre).
- Cánceres metastásicos que se diseminan al pericardio.
- Uso de ciertos medicamentos, como la hidralazina o la procainamida.
Síntomas
El síntoma más característico es el dolor torácico agudo, que puede confundirse con el de un infarto. Sus principales características son:
- Dolor fuerte, punzante o ardoroso, localizado detrás del esternón o en el lado izquierdo del pecho.
- El dolor puede irradiarse al cuello, hombros o espalda.
- Tiende a empeorar al respirar profundamente, toser o acostarse, y mejora al sentarse e inclinarse hacia adelante.
Otros síntomas frecuentes incluyen:
- Fiebre.
- Fatiga o debilidad general.
- Palpitaciones.
- Dificultad para respirar (especialmente al estar acostado).
- Tos seca.
Cuando se acumula líquido en exceso dentro del pericardio (derrame pericárdico), puede presionar al corazón y causar una complicación grave llamada taponamiento cardíaco, que requiere atención médica urgente.
Tipos de pericarditis
- Pericarditis aguda: dura menos de seis semanas y suele ser de origen viral.
- Pericarditis recurrente: reaparece después de haberse resuelto un episodio previo.
- Pericarditis crónica: persiste más de tres meses, a menudo con acumulación de líquido o engrosamiento del pericardio.
- Pericarditis constrictiva: ocurre cuando el pericardio se vuelve rígido, impidiendo que el corazón se expanda normalmente y afectando la circulación.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en la historia clínica, el examen físico y estudios complementarios como:
- Auscultación cardíaca: puede detectarse un sonido característico llamado roce pericárdico, similar a un chirrido.
- Electrocardiograma (ECG): muestra cambios típicos en las ondas eléctricas del corazón.
- Ecocardiograma: permite observar si hay líquido alrededor del corazón.
- Radiografía de tórax: puede mostrar aumento del tamaño cardíaco si existe derrame importante.
- Análisis de sangre: para detectar inflamación (PCR, VSG) o infecciones virales.
Tratamiento
El objetivo es reducir la inflamación y aliviar el dolor, además de tratar la causa subyacente.
Las opciones incluyen:
- Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como el ibuprofeno o la aspirina.
- Colchicina, que reduce la duración del cuadro y previene recaídas.
- Corticoides, en casos graves o asociados a enfermedades autoinmunes.
- Antibióticos o antifúngicos, si la causa es infecciosa.
- Pericardiocentesis, procedimiento en el que se drena el líquido acumulado en el pericardio, si hay taponamiento o derrame severo.
El tratamiento suele durar entre 1 y 3 semanas, aunque puede prolongarse si hay recurrencias.
Complicaciones
Si no se trata adecuadamente, la pericarditis puede causar:
- Derrame pericárdico severo.
- Taponamiento cardíaco, que compromete la circulación y puede ser mortal.
- Pericarditis constrictiva, que limita la función cardíaca a largo plazo.
Pronóstico y prevención
La mayoría de los casos se resuelven completamente con tratamiento adecuado, aunque pueden presentarse recurrencias. Es importante evitar el esfuerzo físico intenso durante la recuperación y tratar de inmediato cualquier infección viral o bacteriana.
En resumen, la pericarditis es una inflamación del recubrimiento del corazón que suele tener un buen pronóstico si se detecta a tiempo, pero que puede volverse peligrosa si el líquido acumulado comprime al corazón o si se cronifica sin tratamiento.
