Nefritis lúpica: definición, causas, síntomas y tratamiento

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La nefritis lúpica es una de las manifestaciones más graves y comunes del lupus eritematoso sistémico (LES), una enfermedad autoinmune crónica en la que el sistema inmunitario ataca por error a los tejidos del propio cuerpo. En este caso, el blanco son los riñones, donde se produce inflamación y daño en las estructuras encargadas de filtrar la sangre, especialmente los glomérulos. Esta afectación puede alterar la función renal de manera progresiva y, si no se trata adecuadamente, llegar a causar insuficiencia renal crónica.

Se estima que alrededor del 40 al 60% de los pacientes con lupus desarrollan algún grado de nefritis lúpica a lo largo de la enfermedad, y es más frecuente en mujeres jóvenes, sobre todo entre los 20 y 40 años, aunque también puede presentarse en hombres y niños.

Causas y factores de riesgo

La causa exacta del lupus y, por tanto, de la nefritis lúpica, no está completamente esclarecida, pero se sabe que intervienen varios factores:

  • Predisposición genética: ciertos genes relacionados con la respuesta inmunitaria aumentan el riesgo de desarrollar lupus y sus manifestaciones renales.
  • Factores ambientales: infecciones virales, exposición a luz ultravioleta, algunos medicamentos o el estrés pueden actuar como desencadenantes.
  • Factores hormonales: los estrógenos parecen desempeñar un papel importante, lo que explicaría la mayor frecuencia en mujeres.
  • Alteración del sistema inmunitario: se produce una pérdida de la tolerancia inmunológica y la formación de autoanticuerpos (como los anti-ADN de doble cadena), que forman complejos inmunes y se depositan en los glomérulos, provocando inflamación.

Clasificación

La nefritis lúpica se clasifica según los hallazgos histológicos observados en una biopsia renal. La clasificación más usada es la de la ISN/RPS (Sociedad Internacional de Nefrología / Sociedad de Patología Renal), que divide la enfermedad en seis clases:

  • Clase I – Nefritis mesangial mínima: cambios leves sin afectación clínica significativa.
  • Clase II – Nefritis mesangial proliferativa: leve proteinuria y microhematuria.
  • Clase III – Nefritis focal proliferativa: afecta menos del 50% de los glomérulos.
  • Clase IV – Nefritis difusa proliferativa: afecta más del 50% de los glomérulos; es la forma más común y grave.
  • Clase V – Nefritis membranosa: caracterizada por proteinuria masiva y síndrome nefrótico.
  • Clase VI – Nefritis esclerosante avanzada: más del 90% de los glomérulos están esclerosados; generalmente requiere tratamiento sustitutivo renal.

Signos y síntomas

La nefritis lúpica puede manifestarse de manera silenciosa o con síntomas evidentes, dependiendo de la gravedad y el estadio:

  • Proteinuria (presencia de proteínas en la orina), a menudo detectada en un examen de orina rutinario.
  • Hematuria (sangre en la orina), visible o microscópica.
  • Edema, especialmente en piernas, pies, cara o párpados.
  • Hipertensión arterial, consecuencia del daño renal.
  • Aumento de peso por retención de líquidos.
  • Disminución de la cantidad de orina o cambios en su color.
  • Síntomas del síndrome nefrótico, como pérdida importante de proteínas, hipoalbuminemia e hipercolesterolemia.
  • Signos de insuficiencia renal en casos avanzados, como náuseas, vómitos, fatiga o confusión.

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en la combinación de la historia clínica, el examen físico y diversas pruebas:

  • Análisis de orina: detecta proteinuria, hematuria o cilindros celulares.
  • Análisis sanguíneos: niveles elevados de creatinina y urea indican disminución de la función renal. También se miden anticuerpos antinucleares (ANA) y anti-ADN de doble cadena.
  • Complemento sérico (C3 y C4): niveles bajos sugieren actividad de la enfermedad.
  • Biopsia renal: es fundamental para confirmar el diagnóstico, clasificar la nefritis y guiar el tratamiento.

Tratamiento

El tratamiento depende de la clase histológica, la actividad de la enfermedad y la función renal:

  • Corticoides: como la prednisona, reducen la inflamación y suprimen la respuesta inmune.
  • Inmunosupresores: azatioprina, micofenolato mofetilo o ciclofosfamida se utilizan para controlar la actividad autoinmune.
  • Terapias biológicas: como belimumab o rituximab, en casos resistentes o recaídas.
  • Control de la presión arterial: los inhibidores de la ECA o los antagonistas de los receptores de angiotensina II ayudan a proteger la función renal.
  • Cambios en el estilo de vida: dieta baja en sal, control de peso, evitar tabaco y realizar controles periódicos.

En casos avanzados, cuando la función renal está gravemente afectada, puede ser necesario diálisis o trasplante renal.

Pronóstico y complicaciones

El pronóstico ha mejorado significativamente en las últimas décadas gracias a los avances terapéuticos. Sin embargo, depende del tipo de nefritis, la respuesta al tratamiento y la detección temprana. Sin un control adecuado, la enfermedad puede evolucionar hacia:

  • Insuficiencia renal crónica.
  • Síndrome nefrótico persistente.
  • Trombosis venosa renal.
  • Mayor riesgo cardiovascular.

El seguimiento regular con el nefrólogo y el reumatólogo es esencial para ajustar el tratamiento y prevenir recaídas.

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