Leucemia linfoblástica aguda (LLA): Cáncer hematológico de rápida progresión

La leucemia linfoblástica aguda (LLA) es un tipo de cáncer de la sangre y la médula ósea caracterizado por la proliferación descontrolada de linfoblastos, que son formas inmaduras de linfocitos (glóbulos blancos). Es la leucemia más frecuente en la infancia, aunque también puede afectar a adultos, donde suele tener un pronóstico más desfavorable. Su evolución es rápida y requiere diagnóstico y tratamiento inmediato.
Origen y fisiopatología
La LLA se origina a partir de una mutación genética en una célula madre hematopoyética de la médula ósea. Esta mutación altera el ciclo celular normal, provocando una producción excesiva de linfoblastos inmaduros que no funcionan correctamente. Estas células invaden la médula ósea y desplazan a las células normales, lo que provoca:
- Anemia, por disminución de glóbulos rojos.
- Trombocitopenia, por baja producción de plaquetas.
- Leucopenia o leucocitosis disfuncional, por linfocitos anormales.
La proliferación también puede extenderse a ganglios linfáticos, hígado, bazo, sistema nervioso central y otros órganos, afectando su función.
Clasificación
La LLA se clasifica según el tipo de linfocito afectado:
- LLA de células B: es la más común, representa alrededor del 80-85% de los casos infantiles.
- LLA de células T: más frecuente en adolescentes y adultos jóvenes, a menudo con masa mediastínica.
También puede clasificarse según alteraciones genéticas específicas, las cuales influyen en el pronóstico y la elección del tratamiento.
Factores de riesgo
Aunque la causa exacta no siempre se conoce, existen factores que aumentan el riesgo:
- Síndromes genéticos como el síndrome de Down, ataxia telangiectasia o anemia de Fanconi.
- Exposición previa a radiación ionizante o quimioterapia.
- Inmunodeficiencias congénitas o adquiridas.
- Antecedentes familiares de leucemia.
Manifestaciones clínicas
Los síntomas suelen aparecer de forma rápida y progresiva, derivados de la sustitución de células normales por linfoblastos:
Síntomas hematológicos:
- Fatiga, debilidad y palidez (anemia).
- Hematomas y sangrados fáciles, epistaxis (trombocitopenia).
- Infecciones recurrentes (neutropenia).
Síntomas generales:
- Fiebre persistente.
- Pérdida de peso y apetito.
- Dolor óseo o articular.
Otros signos frecuentes:
- Linfadenopatías (ganglios inflamados).
- Hepatoesplenomegalia.
- Infiltración del sistema nervioso central (cefaleas, vómitos, alteraciones neurológicas).
- Masa mediastínica (en LLA de células T).
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza mediante diversas pruebas:
- Biometría hemática: suele mostrar anemia, trombocitopenia y leucocitos anormales.
- Frotis de sangre periférica: evidencia linfoblastos circulantes.
- Aspirado y biopsia de médula ósea: confirman la presencia de >20% de linfoblastos.
- Inmunofenotipificación por citometría de flujo: determina si la LLA es de tipo B o T.
- Estudios citogenéticos y moleculares: identifican alteraciones cromosómicas (como t(9;22) o cromosoma Filadelfia) que influyen en el pronóstico.
- Punción lumbar: detecta afectación del sistema nervioso central.
Tratamiento
El tratamiento debe iniciarse de forma urgente y suele dividirse en varias fases:
- Inducción de la remisión: uso de quimioterapia intensiva para eliminar linfoblastos y lograr remisión completa.
- Consolidación/intensificación: busca erradicar células residuales y prevenir recaídas.
- Mantenimiento: dosis más bajas de quimioterapia durante meses o años para evitar recurrencia.
Además, se puede incluir:
- Profilaxis del sistema nervioso central: mediante quimioterapia intratecal.
- Terapias dirigidas: como inhibidores de tirosina cinasa (ej. imatinib en casos con cromosoma Filadelfia).
- Inmunoterapia o terapia CAR-T: opciones en casos refractarios o recaídas.
- Trasplante de médula ósea: en casos de alto riesgo o recaídas tempranas.
Pronóstico
El pronóstico ha mejorado notablemente en las últimas décadas, especialmente en niños, donde las tasas de supervivencia superan el 85%. En adultos, la supervivencia es menor (40-50%) debido a mayor frecuencia de alteraciones genéticas adversas y menor tolerancia a tratamientos intensivos.
Factores como la edad, el recuento leucocitario al diagnóstico, las alteraciones genéticas y la respuesta temprana al tratamiento influyen en el pronóstico.
Prevención
No existe una prevención específica para la LLA. Sin embargo, la vigilancia en personas con factores de riesgo genético y la reducción de la exposición a radiación o sustancias químicas pueden ser útiles en algunos casos.
En resumen, la leucemia linfoblástica aguda es un cáncer hematológico agresivo que requiere un diagnóstico precoz y tratamiento intensivo. Gracias a los avances en la quimioterapia, terapias dirigidas y trasplantes, las tasas de curación, especialmente en la infancia, son hoy en día muy altas, aunque sigue siendo un desafío importante en adultos y en casos con factores genéticos de mal pronóstico.